Karl Dönitz

Almirante de la marina

Ult. rev. 05-02-2023

 

Karl Dönitz (pronunciado /karl ˈdøːnɪts/ ( escuchar)) (Grünau, 16 de septiembre de 1891- Aumühle, 24 de diciembre de 1980) fue un marino alemán que participó en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial. Comandó la Kriegsmarine de la Alemania nazi desde el 30 de enero de 1943 hasta el final de la guerra, con el rango de Großadmiral. En su testamento Adolf Hitler lo nombró su sucesor como Reichspräsident, cargo que desempeñó desde el 1 de mayo de 1945 hasta el 23 de mayo de 1945, cuando fue detenido por orden de la Comisión Aliada de Control.

Karl Dönitz fue quien ordenó firmar la rendición de Alemania ante los Aliados y la Unión Soviética el 8 de mayo de 1945, terminando con ello la II Guerra Mundial en Europa.

Fue detenido por las Fuerzas Aliadas y llevado a la ciudad de Núremberg, donde fue juzgado por crímenes de guerra y crímenes contra la paz. Se le acusó de haber instruido a sus tropas para la guerra aún en tiempos de paz y de ser el responsable de la Orden N.º 154, por la cual se desarrolló la ilimitada guerra submarina, violando los principios de la guerra naval. Fue declarado culpable y condenado a diez años y veinte días de prisión, saliendo en libertad el 1 de octubre de 1956, retirándose a vivir en una aldea cercana al puerto de Hamburgo. Se dedicó a escribir acerca de sus experiencias durante la guerra, llegando a publicar dos autobiografías. Murió a los ochenta y nueve años en 1980.

 

Biografía

Karl Dönitz en 1943.

 

Juventud y primeros años

Nacido en la ciudad de Berlín, Karl Dönitz ingresó en 1910 en la Marina Imperial con el rango de cadete. Participó en la Primera Guerra Mundial como miembro de la tripulación del crucero Breslau, que realizó diversas operaciones militares en el Mar Mediterráneo.​ Cuando su navío pasó a formar parte de la flota del Imperio otomano, Dönitz entró en acción en el Mar Negro contra fuerzas de la Armada del Imperio ruso. En 1916 solicitó su trasferencia a la fuerza de submarinos, lo cual fue aceptado en octubre de aquel año. En esta fuerza le correspondió servir en tres unidades distintas:

  • SM U 39, efectuando cinco patrullas entre enero y diciembre de 1917.
  • SM UC 25, en la que realiza dos patrullas entre marzo y septiembre de 1918.
  • SM UB 68, en la que realiza una patrulla entre septiembre y octubre de 1918.

El 4 de octubre de 1918, su unidad tuvo problemas de estanqueidad y, tras naufragar y perder a seis hombres de la dotación, es capturado por los británicos, permaneciendo en un campo de prisioneros hasta 1920. Formó parte de la Reichswehr, siendo nombrado teniente de navío en 1921, capitán de corbeta en 1928 y capitán de fragata en 1933. Al año siguiente se le comisiona como comandante del crucero Emden, en el cual realiza un crucero de instrucción de un año, encargado de la formación de los nuevos oficiales de la Armada. El 1 de septiembre de 1935 es ascendido al grado de Capitán de Navío de la reconstituida Kriegsmarine de la Alemania Nazi.

En el mismo mes de septiembre de 1935 recibe el mando de la 1.ª flotilla de sumergibles Wediggen con solo tres unidades (U 7, U 8 y U 9). El 1 de enero de 1936 es nombrado jefe de los submarinos o FdU (Führer der Unterseeboote), cargo reformado el 19 de septiembre de 1939 como BdU (Befehlshaber der Unterseeboote, comandante supremo de los submarinos). En enero de aquel año, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Dönitz es ascendido al grado de comodoro, y el 10 de octubre, una vez iniciadas las hostilidades, al de contralmirante.

 

Segunda Guerra Mundial

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Dönitz había presionado para conseguir que la flota alemana se basara en submarinos, pues consideraba que los buques de superficie eran altamente vulnerables y, además, la Armada Británica era mucho más poderosa en este tipo de embarcaciones de superficie. Los cálculos de Dönitz para sacar a Gran Bretaña de la guerra y obtener el dominio del océano Atlántico requerían de una flota de trescientos sumergibles que cortasen los suministros aliados. En una posición opuesta se encontraba el almirante Erich Raeder, más conservador y que no confiaba en la capacidad alemana para enfrentarse a la flota inglesa, que entonces era comandante de la fuerza de submarinos o U-Boote (según la denominación en alemán), donde alcanzaría la fama al mandar estas fuerzas durante la Batalla del Atlántico.

Al comenzar el conflicto, Dönitz comprobó que la flota no estaba preparada para la guerra. Apenas contaba con cincuenta sumergibles, algunos de corto alcance o costeros, como los U-Boote Tipo II. El Führer solicitaba que tales unidades fueran destinadas a combatir a las unidades de la Armada Británica, en vez de atacar las unidades de suministros. Pese a lo anterior, y ante la grave derrota provocada por el hundimiento del acorazado Bismarck, el almirante logró reforzar sus ataques contra la flota mercante, obteniendo grandes triunfos.

Dönitz observa la llegada del U-Boot U 94 a Saint-Nazaire en junio de 1941.

Sin embargo, las operaciones directas contra barcos de guerra se mostraron contrarias a la flota alemana, con lo que las unidades se centraron en los objetivos que ya había adelantado Dönitz en su día: los buques mercantes. En 1941, Dönitz decide poner una nueva estrategia a repuesta a la introducción de los convoyes de suministros por parte de Gran Bretaña, cuál consistía reunir sus submarinos y se formaba en una larga línea de patrullaje y uso de señales para acercarse al enemigo con una para superar la defensa naval del enemigo. Esta estrategia fue muy efectivo en sus primeros usos. Los daños causados a los convoyes de suministros eran muy grandes y la armada alemana recibía los primeros sumergibles del Tipo VII. Pero la victoria no podría ser alcanzada por dos motivos. Primero, la entrada de los Estados Unidos en el conflicto en diciembre de 1941 provocó un grave cambio en el equilibrio de fuerzas navales; y segundo, la obtención de la máquina 

criptográfica Enigma permitió a los Aliados descifrar los mensajes entre las unidades navales alemanas.​ Solo el 1 de febrero de 1942 las unidades Tritón de la flota recibieron máquinas Enigma mejoradas (M4), pese a lo cual sus códigos fueron descifrados en diez meses por los Aliados. Durante este intervalo, sus fuerzas volvieron a obtener grandes triunfos contra el sistema de convoyes aliados.

Dönitz fue ascendido el 31 de enero de 1943 al grado de Gran Almirante (Großadmiral), equivalente al de Generalfeldmarschall del Heer y la Luftwaffe. Este ascenso le otorgó a su vez el cargo de Oberbefehlshaber der Kriegsmarine o Jefe Supremo de la Kriegsmarine el máximo puesto en el Oberkommando der Marine, sustituyendo al también Gran Almirante Erich Raeder en el cargo. Esto no obstó a que Dönitz continuase al mando de las unidades de guerra submarina.

Al final de la guerra, los últimos modelos de submarinos alemanes operativos, los tipo XXI (ver documental) y tipo XXIII, fueron capturados intactos por los Aliados, principalmente norteamericanos y soviéticos. Estos sirvieron de base para desarrollar clases de submarinos dotados con los adelantos de la ingeniería naval alemana.

 

La capitulación

En los últimos días de la guerra, Hitler dejó en su testamento como heredero del Tercer Reich a Dönitz, para sorpresa del Alto Mando alemán, cargo que asumió el 30 de abril de 1945 después del suicidio de Hitler.​ No llegó a recibir el título de Führer, pero sí el de Reichspräsident o Jefe de Estado. El 7 de mayo de 1945 autorizó al general Jodl a firmar la capitulación alemana.​ El 8 de mayo finalizó la guerra en Europa tras la rendición ante franceses, estadounidenses y británicos en Reims y ante los soviéticos en Berlín.

Dönitz se retiró a Flensburgo-Mürwik, cerca de la frontera con Dinamarca, y siguió celebrando reuniones con su gabinete y verificando que sus órdenes fueran cumplidas. De esta manera ordenó que se siguiera aplicando la pena de muerte a desertores y amotinados del ejército. Los Aliados nunca reconocieron a Dönitz ni a su gobierno, si bien dejaron que continuase al mando de las unidades que ya rendidas se movían por Europa.

El 22 de mayo, su ayudante Lüdde-Neurath le comunicó que la Comisión Aliada de Control exigía que a la mañana siguiente, acompañado por Friedeburg y Jodl, se trasladase a bordo del buque «Patria», donde estaba alojada dicha comisión. Una vez allí, subieron a bordo del buque sin honores de ningún tipo, salvo el acompañamiento de los flashes de las cámaras de los fotógrafos. Frente a una mesa en la que estaban sentados Dönitz, Jodl y Friedeburg, se acomodaban los jefes de la Comisión Aliada de Control, formada por el general de División estadounidense Rooks, el general soviético Truskov y el general británico Ford. Tras la lectura por parte del general Rooks de una comunicación en la que se disponía que, por orden de Eisenhower, él y el Alto Mando de la Wehrmacht quedaban detenidos, pasaron a ser considerados prisioneros de guerra. Al preguntársele si tenía alguna cosa que oponer, se limitó a asentir diciendo: «Cualquier palabra sería superflua».

Dönitz y Hitler en el Führerbunker en 1945.

 

El juicio de Núremberg y sus días finales

En los Juicios de Núremberg enfrentó cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la paz. No se le acusó de crímenes contra la humanidad,​ pero sí de planificar la guerra y de dar órdenes para no prestar ayuda a los náufragos en los ataques de los submarinos. Esta era la acusación más importante y se basaba en una orden directa dada por Dönitz en 1942, tras el hundimiento del transatlántico Laconia con miles de náufragos británicos, polacos e italianos. El comandante del submarino organizó el salvamento de los náufragos y declaró neutral la zona por Alemania para permitir el rescate. Al ser bombardeado el submarino por un avión aliado durante el rescate, Dönitz ordenó textualmente que:

  • "Está prohibido el salvamento de los navíos echados a pique, es decir, recoger a los náufragos o distribuir víveres y agua potable. Porque el salvamento es contrario a las exigencias más elementales de la guerra en el mar."

Declarado culpable de dos de los tres cargos, fue condenado a diez años que cumpliría en la prisión de Spandau. En un principio fue una de las condenas más discutidas, dado que supuestamente Dönitz mantuvo una condición estrictamente militar, equivalente a la de los militares aliados. En este sentido, el defensor de Dönitz presentó una declaración jurada del almirante norteamericano Chester Nimitz, en la que reconocía que en el conflicto con Japón, los Aliados usaron las mismas tácticas de no rescatar náufragos.

Estas consideraciones han sido, sin embargo, rebatidas por varios historiadores de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el británico Max Hastings. Para ellos el papel de Dönitz con su gobierno en las postrimerías de la guerra lo único que produjo fue alargar la carnicería que se cernía sobre Alemania y los Aliados. El no capitular inmediatamente después de asumido su gobierno, fue una decisión que costó miles de vidas adicionales, cuando el resultado del conflicto era evidente para todos. Por expresas órdenes suyas siguieron aplicándose las penas de muerte a los desertores y amotinados, continuando una lucha insensata por parte de las Fuerzas Armadas alemanas en el Frente Oriental.

Dönitz en los Juicios de Núremberg. Segunda fila, arriba.

  • El comportamiento que mostró Dönitz durante su breve y grotesca aparición como último Führer dio al traste con sus pretensiones de hacer ver que no era más que un oficial de Marina que había caído en malas compañías. Tuvo suerte de escapar del patíbulo durante los juicios de Núremberg.

Después de ser puesto en libertad el 1 de octubre de 1956, se retiró a la pequeña aldea de Aumühle cerca de Hamburgo. Allí escribió dos libros sobre sus experiencias como marino y breve jefe de Estado. Falleció el 24 de diciembre de 1980,​ y a su entierro, realizado el 6 de enero de 1981, acudieron sus antiguos compañeros de armas. El gobierno alemán de la época prohibió a los oficiales de la reconstituida Bundesmarine acudir de uniforme, por sus responsabilidades políticas durante el Tercer Reich.

 

Condecoraciones

 

Grados militares

 

Obras

  • Diez años y veinte días. Hamburgo, 1958. Publicado en España en 2005 con el mismo título ISBN 84-9734-291-7.
  • Mi vida como soldado o "Mi azarosa vida". Berlín, 1968.
 

Referencias

 

 



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