CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - El caso Dreyfus
Boletín Enigma nº 12 25 Marzo 2003
Ult. rev. 06-01-2023
Hace un siglo, un oficial francés llamado Dreyfus fue acusado de espionaje y traición. Fue uno de esas noticias que ocupó las portadas de los periódicos, encendiendo enconadas discusiones durante una década y llevando a la sociedad francesa hasta el punto de fractura. Su esclarecimiento final pasó por la solución de un criptograma.
Los antecedentes: el 15 de Octubre de 1894 el capitán del Estado Mayor del ejército francés Alfred Dreyfus fue arrestado, acusado de haber pasado información secreta a Alemania e Italia. El asunto, mantenido en secreto al principio, fue sacado a la luz por un periódico antisemita (Dreyfus era judío). Ante el clamor de la prensa, el propio agregado militar italiano, Coronel Alessandro Panizzardi, vio necesario informar a sus superiores en Roma de que ni él ni su homólogo alemán habían tenido nada que ver con Dreyfus.
Por desgracia para el capitán francés, la declaración de inocencia de Panizzardi jugó en su contra. El mensaje, por supuesto, era secreto y cifrado, pero fue interceptado y enviado al Ministerio de Exteriores galo para su descifrado. El mensaje, en su forma cifrada (tal como lo relata David Kahn en su obra "Codebreakers" era el siguiente:
Commando stato maggiore Roma
913 44 7836 527 3 88 706 6458 71 18 0288 5715 3716 7567 7943 2107 0018 7606 4891 6465 Panizzardi
Los criptoanalistas de Exteriores se pusieron manos a la obra. Descubrieron que el mensaje estaba cifrado con un libro de código comercial, el código Baravelli, donde cada una de sus cien páginas contenía un centenar de líneas correspondientes a palabras o expresiones. Así, 7567 correspondía a la palabra 67 de la página 75, "Regnare" o "Regno"
Si se aplica el código Baravelli al mensaje de Panizzardi, sin embargo, sale un guirigay sin sentido. Y es lógico, porque ningún militar en su sano juicio usaría un código comercial, que se vendía al público. Para asegurar que nadie pudiese leer el mensaje, se añadía una capa más de secreto: cifrar el mensaje ya codificado. Por ejemplo, podríamos añadir la fecha del día y la hora al código numérico. Por ejemplo, en nuestro caso podríamos tener el siguiente resultado:
Palabra sin cifrar Regno
Número código 7567
Día y hora 1123
Resultado final 8680(nótese que al hacer la suma, no "nos llevamos" ninguna, es decir, 7+3=0).
El problema para los criptoanalistas franceses consistía en hallar el mecanismo de ese segundo cifrado (llamado a veces sobrecifrado). Supusieron que el mensaje mencionaba la palabra Dreyfus, que en el libro de código se cifraría como 227 1 98 306 (dr-e-y-fus). En el mensaje de Panizzardi aparecía un grupo de dígitos similar: 527 3 88 706. Fíjese cómo las cifras correspondientes a la línea (27, 0, 8, 06) coincidían. De ahí, concluyeron que el sobrecifrado consistía en una alteración en la página.
Y aquí comienzan las sutilezas. El telegrama, una vez descifrado (y traducido del italiano) reza: "Si el Capitán Dreyfus no ha tenido relaciones con usted, sería conveniente que el embajador lo desmintiese oficialmente, para evitar comentarios de prensa". Lo que no implicaba culpabilidad por parte de Dreyfus. Pero una traducción provisional hecha unos días antes terminaba con las palabras -erróneas- "nuestro emisario ha sido prevenido" Esta versión, incorrecta, fue no obstante admitida como auténtica por Jean Sandherr, jefe de la inteligencia del ejército francés. Cuando se le comunicó la traducción correcta, la rechazó argumentando falta de precisión de los criptoanalistas de Exteriores.
Con el "incriminador" telegrama como prueba fundamental, la defenestración de Dreyfus fue tan inminente como contundente. A pesar de saber que el descifrado era erróneo, la cúpula del ejército francés siguió en sus trece, al parecer convencidos de que el aplastamiento de un inocente era preferible a reconocer que se habían equivocado. Dreyfus fue expulsado del ejército con deshonor, condenado a trabajos forzados a perpetuidad y enviado a la mítica Isla del Diablo.
Fueron necesarios siete años para que la verdad acabase imponiéndose, pero el peso de las pruebas y la presión popular hicieron el milagro. El capitán Alfred Dreyfus fue exonerado y reintegrado en el Ejército, y con el tiempo fue condecorado con la Legión de Honor, la más alta condecoración francesa. Oh, y el verdadero culpable fue finalmente descubierto. La verdad brilló a la postre gracias a un criptoanálisis bien hecho.
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